Ya desde hace varios años se ha rondado la hipótesis de que los árboles y plantas pudieran tener un tipo de comunicación coherente entre ellos. Quizás nuestra visión de ellas como seres sin raciocinio y sin conexiones neuronales creíamos que hablábamos sobre un tipo de vida muy distinta a la nuestra.
Existen las observaciones de David George Haskel que como buen hacedor de su profesión, paciente y a la antigua usanza, estuvo un año entero examinando un único metro cuadrado de un bosque de Sewance, en Tennessee. Pues estas observaciones fueron recogidas en su primer libro “En un metro de bosque”. En este lugar descubre a través de su forma narrativa de diario íntimo, la intuición o percepción no asegurada de un comportamiento comunicativo en el reino vegetal. Este año de aprendizaje le catapultó a escribir su nueva obra, “Las canciones de los árboles”. Donde analiza con más profundidad y datos las conexiones de las redes biológicas que rodean a los árboles, plantas y los sonidos que surgen de estas interacciones.
Una cooperación que nos da lecciones
Su conclusión es que la naturaleza “habla” constantemente. En el ambiente y bajo tierra utilizando nuestros sentidos como receptores de esta comunicación, vibraciones, olores, señales que inundan una red comunicativa con el entorno. Quizás el humano se ha empeñado en escuchar a dios en su lenguaje verbal, que en definitivas cuentas es un invento nuestro. Pero es posible que el auténtico lenguaje de dios sea estas sutilezas de la naturaleza misma que nos aportan información, pero que no sabemos codificar. Existen redes conectadas con todo ser viviente. Es curioso como el mundo bajo tierra, según argumenta dicho biólogo, imita a las redes neuronales y sociales del ser humano. También se dio cuenta de que existe una cooperación entre especies y no tanta competencia como creíamos. El ser humano siempre ha creído que la competitividad es la clave para la superación de nosotros mismos. Aunque si pensamos en comunidad, que es lo que somos, la cooperación es fundamental para perseguir un bien común y conseguir armonía. Parece ser el verdadero método de supervivencia factible.
“No existe el individuo dentro de la biología. La unidad fundamental de la vida es la interconexión y la relación. Sin ellas, la vida termina”.
Es por ello que Haskell nos anima a hacer mindfullness con la naturaleza. Utilicemos nuestra imaginación para percibir el bosque como un auténtico espíritu. Sin jerarquía entre especies. Ni individualidad. No existe el individuo en la biología sino que lo fundamental es la interconexión y entre todos son la unidad que determina sus relaciones. Esto nos recuerda a la maravillosa cinta de Hayao Miyazaki, en La Princesa Mononoke. En esta obra existe un espíritu del bosque que integra y simboliza toda esta interconexión en forma de dios. Pero el humano no es capaz de percibir este mensaje. Y como ego tan grande que nos caracteriza, creemos que podemos coger y apropiarnos de cualquier cosa sin escuchar el posible sufrimiento. El dolor que esto pueda repercutir al conjunto, al medio.
Por supuesto que el lenguaje de las plantas no es un descubrimiento de Haskell, su trabajo tiene una clara referencia a los estudios de la profesora de Ecología Forestal Suzanne Simard. Su trabajo muestra como de debajo de la tierra las especies proveen sus recursos entre todos tomando lo que parecería “decisiones” para enviar más recursos o menos para la supervivencia del conjunto.
Haskell también es profesor y ha invitado a sus alumnos a salir y escuchar permitiéndoles reconocer con la práctica que tipos de árboles están interactuando y emitiendo sonidos. Su libro esta compuesto por 12 capítulos de los cuales cada uno está dedicado a un árbol en concreto.
Cada vez que salga, sea consciente de que usted también es parte de todo y también puede volver a “conectar” con ello a través de la atención plena, acostumbrando sus sentidos nuevamente a un entorno natural, y verá como neurológicamente sentirá cambios en muchos sentidos. Los árboles le obsequiarán con el bien más preciado, la paz y sincronía con el todo.