Nadie pensó que una canción de videojuego pudiera tener algo que ver con la muerte de un niño. Pero en la primavera de 1996, en algunas regiones de Japón, los periódicos locales empezaron a registrar algo que no encajaba: una serie de suicidios infantiles sin una explicación clara.
Los casos parecían aislados al principio (un niño que se arrojó por la ventana, otro que fue encontrado inconsciente junto a su consola portátil), hasta que un detalle comenzó a repetirse: todos habían estado jugando Pokémon Red & Green, y todos, según sus familias, habían llegado al mismo punto de la historia.
Pueblo Lavanda
Pueblo lavanda era una de esas zonas que rompían con el resto del juego. Mientras todo el mundo de Pokémon era colorido y amable, este lugar era gris, lleno de tumbas y silencio. Su música era distinta: una melodía aguda, tensa, casi triste. Muchos niños decían que les daba miedo llegar ahí. Algunos apagaban la consola apenas escuchaban las primeras notas.
Con el tiempo, los padres empezaron a notar comportamientos extraños. Pesadillas. Insomnio. Irritabilidad. Un niño de Saitama dijo que la canción “le seguía sonando en la cabeza” incluso cuando no jugaba. Otro le dijo a su madre que “las voces venían del juego”.
Entre abril y junio de 1996 se registraron decenas de casos. Algunos médicos de hospitales locales empezaron a conectar los puntos, pero nunca se hizo público ningún informe oficial. El país estaba en plena fiebre por los videojuegos, y culpar a una melodía de 8 bits sonaba ridículo. Sin embargo, uno de los doctores, entrevistado años después, dijo:
“No era la música, era el silencio que dejaba después lo que perturbaba.”
Nintendo al rescate
A finales de ese año, Nintendo lanzó una actualización del juego. Nadie habló de cambios, pero la versión siguiente ya tenía una música distinta en Pueblo Lavanda. Menos aguda. Menos tensa.
Con los años, la historia se fue apagando. Los registros desaparecieron o quedaron en hemerotecas locales. Los familiares dejaron de hablar del tema. Pero en Internet, la melodía nunca murió. Cada tanto, alguien la vuelve a subir, y las mismas conversaciones resurgen: “Esta es la versión original”, “No la escuches con auriculares”, “Dicen que provoca ansiedad”.
¿Pero toda esta historia es real?
Pese a que que los contenidos de la misma son muy sugerentes, en la actualidad no existen medios que confirmen la veracidad de esta historia. A pesar de la referencia sobre aquel año de 1996, la primera aparición de esta leyenda en La Red se remonta a 2010, en foros de “creepypasta”, de relatos de terror, donde se mencionaba como “el Síndrome del Pueblo Lavanda”.
Por otro lado, tampoco existen evidencias de medios oficiales, que corroboren alguna investigación gubernamental realizada en Japón, sobre esta cuestión.
Sin embargo, quizá esta creepypasta, si que podría estar basada en un hecho real…
Pokémon Shock
El 16 de diciembre de 1997, se emitió en Japón el episodio 38 del anime, titulado Dennō Senshi Porygon (“Guerrero virtual Porygon”). En una escena, se mostraron rápidos destellos rojos y azules a alta frecuencia (unas 12 Hz), que provocaron convulsiones, mareos y vómitos en cientos de espectadores, principalmente niños. Según las noticias de la época, más de 600 niños fueron hospitalizados, según informes oficiales japoneses.
Pero, si me permiten usar este recurso, esa es otra historia.
¿Los creadores del la historieta del Síndrome del Pueblo Lavanda, se basaron en esta historia real? Sin duda, existen ciertos paralelismos, con una variante significativa en el caso de Pokémon Shock. Los efectos perniciosos, en este caso, no fueron provocados por un videojuego.
Yo escuché la música de Pueblo Lavanda. No hay nada extraño, o quizá lo hay en lo más simple: suena como una canción triste atrapada dentro de una máquina vieja. Y sin embargo, algo tiene. Hay un momento, apenas un segundo, en que uno siente que el aire alrededor cambia. Que el sonido se estira, como si recordara algo que no debería.
Tal vez fue solo sugestión. Tal vez no.
Aviso:
La imagen utilizada como destacada para esta publicación, ha sido generada o modificada mediante inteligencia artificial con fines ilustrativos. No representa necesariamente hechos, lugares o personas reales.














