Convento de San Agustin. Belchite

Fue durante una de las veces que fuimos a Belchite, creo que fue la primera vez.

Éramos un grupo de cuatro personas, Julio, Dani, Juan y yo.
Tenéis que perdonarme pero soy muy mala contando casos paranormales, en primer lugar porque no creo que sean cosas «tan paranormales», simplemente lo veo como anécdotas o cosas curiosas, que seguramente tienen alguna explicación, pero que en el momento y en situaciones tensas o lugares «misteriosos» nos pueden parecer cosas del «otro mundo». En fin, siguiendo con mi relato, nos pusimos en la iglesia de San Agustín que es la que esta en la parte baja del pueblo, mas cerca de la entrada principal. Es en la que me encuentro más a gusto y la que está más resguardada del viento.
Foto: SEAMP
Nos pusimos, como digo, en ese lugar a hacer una ouija y unas grabaciones. En primer lugar pusimos unas velas, ya que es lo mejor para iluminarnos sin gastar las pilas de las linternas, que por cierto solo teníamos una para los cuatro. Cosas de las prisas. Yo me olvide la linterna, pero siempre llevo velas.
Conseguimos un lugar en la pared resguardado del viento para colocar la vela y la encendimos, pero la llama nos dejo a todos paralizados. La llama era de color azul, completamente de color azul, ardía alta y recta, pero azul de inicio a fin. Nos quedamos pasmados mirándola, y dijimos: ¡Que bonitoooo! Pero a nadie se le ocurrió sacar una foto, así que no tengo pruebas de ello. En fin, eso fue una anécdota para seguir con el caso. Tras el asombro que nos causo la vela, nos dispusimos a hacer la sesión de ouija, pero escuchábamos pasos continuamente a nuestras espaldas.
Cuando vamos de investigación a lugares así por la noche, a lo que realmente tenemos miedo no es a los muertos, si no a los vivos. En casos así, estamos bastante indefensos ante cualquier persona que pueda querer hacernos algún mal, ya que estamos distraídos con la experimentación. Así que solemos colocar sensores de movimiento en las entradas a estos lugares y permanecemos bastante alerta ante cualquier ruido. Y sentíamos pasos continuamente. El lugar esta lleno de escombros, es complicado andar sin hacer ruido, y los pasos los sentíamos todos. NO podía concentrarme en la ouija, y en un momento dado me gire, porque sentía los pasos por detrás nuestro y toda aquella zona estaba completamente a oscuras. Solo teníamos iluminación en el tablero, por detrás la oscuridad era profunda. En ese mismo momento en que giré mi cabeza, el master dio un salto. Yo no lo vi, pero al girarme, el master (que era un aro de madera) estaba al rededor de mi dedo y se escucho perfectamente el salto que dio.
Todo esto esta grabado en http://www.seamp.net/mastersaltando.mp3

Total, que cuando terminamos de ese lugar, recogimos nuestros bártulos y seguimos camino hacia la Iglesia de San Martín, que esta en el lado opuesto del pueblo. Es la Iglesia famosa por tener una bomba incrustada en su torre, y de la que todavía se puede ver el agujero que dejó.
Foto: SEAMP
Para llegar a este lugar hay que atravesar el pueblo por un camino que parece ser la calle principal del lugar, y durante el recorrido, pasaremos por el cementerio, la torre del reloj y la plaza con la famosa cruz de hierro que se puso después como monumento a los muertos durante el asedio a este lugar.
Pues bien, íbamos andando por ese camino a eso de las tres de la madrugada, Julio y Juan iban delante con la linterna y Dani y yo íbamos tras ellos en completa oscuridad.
Yo cargaba con una bolsa que llevo siempre, tipo maleta, lo suficientemente grande para poder acomodar en ella mi ouija, las velas, la grabadora, la manta, etc… La bolsa iba en mi mano derecha, Dani iba a mi lado izquierdo, nuestros ojos iban intentando vislumbrar los que iban delante con la luz, a nuestro alrededor una oscuridad intensa. De pronto algo tocó mi bolsa, fue una sensación como cuando vas andando por un centro comercial lleno de gente y la multitud arrastra tus bolsas al pasar y tienes que ir tirando de ellas. No fue un simple choque con algo, fue como si tiraran de ello.
Total que hice lo que hago siempre cuando me pasa algo que no espero, chillé. Chillé y me abracé a Dani, y Juan y Julio que iban delante se asustaron con mi grito y enfocaron la linterna. Y entonces vi, vimos, que no había nada. Nada de nada de nada. Mi bolsa no pudo chocar con nada porque en el camino no había nada con lo que pudiera haber rozado, ni una piedra, ni un árbol ni siquiera una hierba. Total que, aunque guardo esa sensación, en vista de las pruebas, me quede bastante tranquila, lo malo es que, con mi grito, los demás se quedaron bastante nerviosos y todavía se acuerdan del alarido que di.
Foto: SEAMP
No tengo respuestas para esto, quizá solo fue una sensación mía, algo que pudiera ser producido por la hora, el cansancio, el lugar y la oscuridad. Pero, ya que paramos allí y para tranquilizarnos un poco, se pusieron a hacer fotografías y en este lugar tengo la foto más «rara» que he visto en todos estos años.
En ella vemos una cabeza sobresalir de la pared y por detrás de ella una figura translucida que parece una niña. Pero claro, todo puede ser imaginación, pareidolias, luces y sombras….
La verdad y lo que importa es que el lugar es precioso, que te cargas de sensaciones, que estas sensaciones son importantes para ti, que los seres humanos somos así de «misteriosos», que cada cual puede interpretar estas «señales» como le de la real gana y que todo esto, igual no nos da respuestas, pero nos da muchas preguntas, para seguir buscando, para seguir vivos, para seguir pensando que puede llegar un día en que encontremos una respuesta a nuestras preguntas.
Maria José Pérez Jover
Subdirectora de la Sociedad Española de Amigos del Misterio y la Parapsicología. SEAMP (para conocer más detalles de sus investigaciones visita su web)
Barcelona

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