Nacida en 1926, Nina Kulagina tuvo una juventud marcada por la guerra, sirviendo a los catorce años en un regimiento de tanques del Ejército Rojo, durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, para la década de 1960, se había transformado en una ama de casa, cuya vida dio un giro radical cuando, sus supuestas habilidades psíquicas, atrajeron la atención internacional.
Parapsicología Soviética en la Guerra Fría
Durante el apogeo de la Guerra Fría, una serie de películas en blanco y negro mostraban a Kulagina moviendo objetos sobre una mesa, sin tocarlos. Una hazaña conocida como telequinesis. Estos filmes, presuntamente rodados bajo la atenta mirada de las autoridades soviéticas, causaron un gran revuelo en el mundo de la parapsicología. Muchos investigadores los aclamaron como prueba irrefutable de fenómenos psíquicos. Se dice que, al menos cuarenta científicos, incluyendo dos ganadores del Premio Nobel, la examinaron.
El autor Larry Kettlekamp relata, en su libro Investigating Psychics, un experimento notable: Kulagina separó las yemas y las claras de huevos rotos, que flotaban en el agua. Durante el proceso, sus signos vitales se dispararon; se registraron cambios acelerados en su ritmo cardíaco, ondas cerebrales y campo electromagnético. Para eliminar cualquier interferencia externa, se la colocó en una jaula de metal. Donde supuestamente logró aislar un fósforo marcado, de una pila completa, todo bajo una cúpula de vidrio.
De donde venían sus «poderes»
Kulagina afirmaba que sus poderes eran una herencia de su madre. Que los descubrió de niña cuando, en momentos de ira, notaba que los objetos se movían solos a su alrededor. Para canalizar su energía, necesitaba sumirse en una profunda meditación, que le permitiera vaciar su mente. Una vez que alcanzaba la concentración, sentía un dolor agudo en la columna vertebral y su visión se volvía borrosa. Curiosamente, las tormentas eléctricas, supuestamente, interferían con su capacidad para manipular objetos.
El 10 de marzo de 1970, en un laboratorio de Leningrado, Kulagina participó en uno de sus experimentos más dramáticos. Después de sus éxitos con objetos inanimados, los científicos querían saber si su habilidad podía afectar seres vivos. Con varios investigadores observando, Nina Kulagina se enfocó en el corazón de una rana, que flotaba en una solución. Con una concentración extrema, logró primero acelerar los latidos, luego ralentizarlos y, finalmente, detener el corazón por completo.
El Escepticismo detrás de Kulagina
Organizaciones como, la Fundación Educativa James Randi y el Comité Italiano para la Investigación de lo Paranormal (CICAP), siempre han manifestado un fuerte escepticismo sobre las afirmaciones de Kulagina. Massimo Polidoro, del CICAP, señaló que, los largos periodos de preparación y los entornos poco controlados, como habitaciones de hotel, dejaban abierta la puerta a un posible engaño.
Magos y escépticos argumentan, que sus trucos eran fácilmente replicables con juegos de manos o dispositivos ocultos como, hilos casi invisibles, pequeños imanes de metal o espejos. Además, sugieren que la URSS tenía una clara motivación para exagerar o falsificar los resultados. Al parecer, la «Carrera Psi» contra Estados Unidos era tan importante para la propaganda como la carrera espacial o la carrera armamentista.
En un artículo para Pravda, el principal periódico soviético, Vladimir Lvov acusó a Nina Kulagina de fraude. Afirmaba que había realizado uno de sus trucos con un imán escondido en su cuerpo. El artículo también informó que había sido arrestada por estafar al público por 5,000 rublos. El escritor de ciencia Martin Gardner, la describió como una «linda, regordeta y pequeña charlatana de ojos oscuros», que fue «sorprendida haciendo trampa más de una vez por científicos del establishment soviético.» Sin embargo, ninguna de estas acusaciones pudo ser probada, y Pravda se vio obligado a publicar una disculpa, restaurando su honor.