En Mai Mahiu, un pequeño pueblo rural en el suroeste de Kenia, ubicado a 50 kilómetros de Nairobi, llevaban semanas de lluvias intensas, inundaciones y temblores. Pero el 18 de marzo algo distinto sucedió: la tierra comenzó a abrirse. Una enorme grieta de hasta 15 metros de profundidad, 20 metros de ancho y varios kilómetros de largo atravesó una de las rutas y estiman que dividirá en dos mitades al continente africano.
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