Hace casi 2000 años, un hombre se afanó por recoger todo el conocimiento de su tiempo. Y merced a su Cesar Nerón, comienza la pertinaz empresa de redactar la mayor enciclopedia del mundo antiguo. La Historia Natural llegó estar formada por unos 160 volúmenes plagados de datos científicos en cuestiones de botánica, zoología, etnografía, mineralogía o medicina. Pero Gayo Plinio Segundo, conocido como Plinio el Viejo, recogió datos correspondientes a otro tipo de materias que hoy día rozarían otras disciplinas como la criptozoología, la antropología e, incluso, la ufología. En los dos primeros tomos, de los pocos que han llegado a nuestros días, dedica breves capítulos a objetos extraños vistos en los cielos del Imperio, que trata de catalogar con nombres tan sugerentes como «clipei ardentes», Escudos Ardientes…
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