Avie Woodbury, residente en Christchurch City, Canterbury, Nueva Zelanda, llevaba sufriendo desde hacia tiempo las desafortunadas perrerías de varios espíritus en su casa. Le cambiaban las cosas de sitio. Ruidos, voces, sombras. Al parecer el fenómeno se focalizaba sobre todo en una habitación concreta, donde el perro no quería entrar. En ocasiones sentía una mano tocándole el cuello imposibilitando incluso conciliar el sueño. Cuenta que su sobrina decía haber hablado con otro espíritu, el de una niña.
Avie, desesperada por esta situación, contrata «los servicios» de un exorcista, miembro de una iglesia espírita local. Este individuo visita su casa y concreta que los fantasmas corresponden a un anciano llamado Les Graham muerto en 1920 y a una niña que murió en extrañas circunstancias tras haber intentado comunicarse con el señor Graham usando la ouija. El exorcista, afanado por liberar de su calvario a la desdichada Avie, coloca dos botellitas de agua bendita en la «habitación de los fantasmas» con el fin de atraparlos. Esto ocurrió el 15 de julio de 2009. Y desde entonces no se ha vuelto a producir fenómeno extraño alguno. Todo ha vuelto a la normalidad.
Pero el pasado mes de marzo, nuestra protagonista decide que ya va siendo hora de deshacerse definitivamente de aquellas «embotelladas presencias», puesto que aún estando «al vacío», siguen dándole miedo. Y pensó:
¿Las tiro a la basura? ¡No! ¡Por Dios! ¿Y si se rompen y el señor Graham y la niña deciden volver a pedir explicaciones por tan desagradecida acción?
¿Y si las regalo? Pero repasando su agenda no encontró a nadie que le callera lo suficientemente mal como para hacerle tal presente.
¡Ya está! ¡Las venderé!
Y ni corta ni perezosa colgó la oferta en un portal de subastas por internet. Lo cual, para la sorpresa de quien esto lea, causó mucho interés por parte de los usuarios de dicho portal. Hasta tal punto que alguno solicitó a Avie más información sobre su «oferta», para ver si merecía la pena pujar por ella. Veamos unos ejemplos:
Un interesado internauta quiso saber que pasaría si se bebiera el contenido de las botellas. No conocemos la respuesta de la propietaria, pero esperamos que esto de beber cualquier cosa no sea una afición habitual de este señor.
Otro posible comprador quiso saber si el fantasma de «la niña» realizaba alguna acción constructiva en la casa, como colocar los platos en la cocina, por ejemplo. Desde Clave 7 confiamos en que esta pregunta no haya sido formulada «en serio».
Incluso hubo quien le escribió asegurándole que era también el orgulloso propietario de dos espíritus, que guardaba del mismo modo en botellas, llamados «Jim Beam» y «Johnnie Walker».
La señorita Avie, ante tal demanda, detalló en dicha web una serie de recomendaciones e instrucciones de uso:
¿Quiere usted liberar a los espíritus?
Pues bien, no tiene más que derramar el agua bendita que contienen las botellitas en sendos platos y dejar que se evapore.
Para ello, Avie que está en todo, ha colocado una etiqueta a cada botellita con el nombre del fantasma que contiene, para que el «usuario» pueda escoger a quien reanimar sin correr el riesgo de equivocarse de frasco.
Con bromas o sin ellas, la señorita Avie Woodbury, residente en Christchurch City, Canterbury, Nueva Zelanda, consiguió cerrar la subasta por 2.000 dolares. El afortunado: Una compañía local dedicada a la comercialización de sistemas electrónicos para dejar de fumar. (¿?) No sabemos si en aquella parte del mundo, la compra de fantasmas sea un gasto deducible para una empresa.
De toda la historia, este último punto es, si cabe, lo más insólito.
Carlos Soriano
Fuentes:
http://www.dailymail.co.uk/news/worldnews/article-1255737/For-sale-captured-ghosts-trapped-bottles-holy-water-sleepy-claims-New-Zealand-woman.html
http://www.elpais.com/articulo/gente/2000/dolares/fantasmas/botella/elpepugen/20100309elpepuage_3/Tes
http://actualidad.orange.es/insolito/se_vende_fantasma_embotellado_387655.html