Don Francisco Páez, el que fuera dueño de una tienda de víveres ubicada en un edificio de la calle Salamanca en la Ciudad de México, se encontró una mañana con la cañería de su local tapada. Francisco llamó a dos albañiles y un fontanero para solventar el problema. Había que romper el piso para llegar a la tubería. Después, vaciar dicha tubería y tapar de nuevo el agujero. Cual fue la sorpresa de estos hombres al descubrir el 8 de abril de 1941, un enorme tapón de carne humana putrefacta, algodones, gasas ensangrentados y el cráneo de un niño. La prensa se hico eco de lo que seria una de las historias criminales más impactantes de los años 40 en Ciudad de México. Esta es la terrible historia de Felícitas Sánchez: La trituradora de angelitos.
La Descuartizadora de la Colonia Roma
Felícitas Sánchez Aguillón o Neyra nació en la década de 1890 en Veracruz, México. Fue una asesina serial mexicana. Conocida por ejemplo como «la Descuartizadora de la Colonia Roma» o «la Trituradora de angelitos». Responsable de alrededor de más de cincuenta infanticidios durante la década de 1930. Operaba en un edificio de apartamentos en un suburbio de la Colonia Roma de la Ciudad de México. Fue una asesina organizada, hedonista y sedentaria. Se graduó como enfermera y ejerció como matrona. También se dedicaba a un negocio ilícito practicando abortos y traficando con niños. Muchos de estos infantes acabaron en un charco de sangre a manos de Felícitas Sánchez.
Al parecer, el nacimiento de sus hijas sacó su parte oscura y aberrante. Convenció a su marido en vender a aquellas niñas para conseguir dinero que les permitiera no meterse más en el fango a nivel economico. Al poco tiempo, en un estado de arrepentimiento, el marido de Felícitas exige que le diga quien habia comprado a sus hijas. La mujer se negó, el matrimonio se quebró y la pareja terminó separandose.
En Veracruz, Felícitas se dio cuenta del «potencial» negocio de venta de niños y se convirtió en una intermediaria entre aquellas mujeres que no podían mantenerlos por ejemplo. El negocio lo completaban sus servicios como matrona. Consiguió reunir el dinero suficiente para trasladarse a la Ciudad de México en 1910. Allí alquiló una habitación a una mujer que vivía en un edifico de apartamentos de la calle de Salamanca, en la colonia Roma. Allí donde Don Francisco Páez tenía su tienda de víveres.
Las cañerías del edificio comienzan a taponarse
Felícitas estableció el negocio «atendiendo partos» en el lugar. Pronto comenzó a destacar el hecho de que incluso mujeres adineradas acudían a su consulta. Pasado un tiempo, los vecinos pronto empezaron a percatarse de otros eventos extraños. Las cañerías del edificio se tapaban con frecuencia. Felícitas contaba con la complicidad de un fontanero llamado Roberto Sánchez Salazar. En ciertas ocasiones, los vecinos, pudieron percatarse también de que del departamento salía un extraño humo negro de olor muy desagradable.
El negocio prosperó, Felícitas practicaba abortos clandestinos e incluso hacia visitas a domicilio. La mujer frecuentaba los más selectos barrios de la ciudad. Atendía a las mujeres sin importar la edad gestacional de su embarazo aunque estuvieran en labor de parto. Pero, también pronto, se descubriría el secreto mejor guardado de Felícitas Sánchez: La trituradora de angelitos…
Te pongo a tu disposición, como muchas veces se hace en esta sección de crónica negra, el audio con todos los detalles no mencionados en este articulo y el final de esta horrible historia de Felícitas Sánchez: La trituradora de angelitos.
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