¿Hay vida inteligente más allá de la Tierra? Es la pregunta que surgió en el ser humano, desde que se percató de su futilidad en la inmensidad del espacio. Pero, tal vez esté mal formulada y la pregunta sea: ¿hubo alguien aquí?

Existen muchas teorías al respecto, como la famosa Paradoja de Fermi: si los datos nos dicen que hay una alta probabilidad, de que no estemos solos en el Universo, ¿por qué aún no se han encontrado evidencias de que así es?

Hipótesis Silúrica

hubo alguien aqui

hubo alguien aqui

El astrofísico de Universidad de Pensilvania,  Jason Wright ha propuesto buscar huellas de civilizaciones anteriores a la humanidad, en los planetas y pequeños mundos del Sistema Solar. Parte de la base, de que una civilización terrestre no tiene por qué haber sido la primera civilización de nuestro sistema planetario; y que en sus 4.500 millones de años de historia, pueden haber ocurrido cosas inimaginables. Y Wright no es el único que va por este camino. Adam Frank, de la Universidad de Rochester, y Gavin A. Schmidt, Director del Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA, se plantean algo similar: la idea de que la civilización humana no tiene por qué haber sido la primera civilización en poblar la Tierra. Ambos han publicado recientemente sus conclusiones en ArXiv, una web de la Universidad de Cornell donde se cuelgan artículos científicos antes de su revisión por pares. Han condensado sus ideas en la que han llamado «hipótesis silúrica» (que se inspira en la ciencia ficción de la serie del «Doctor Who», en la que la Tierra estuvo habitada en el pasado por los «silurians», humanoides reptilianos y científicamente avanzados).

En esta hipótesis, proponen una «tercera vía»: que, en efecto, hayan existido estas sociedades, pero o que no les haya dado tiempo a asentarse, o que sus restos hayan desaparecido completamente. Incluso aquí, en la Tierra. La investigación en arXiv plantea un modelo teórico que tiene en cuenta: el número de galaxias potencialmente habitables; el tiempo que tardaría una civilización en «colonizar» un lugar; los planetas idóneos y un tiempo: desde que una civilización envía una primera nave hasta que monta su propio asentamiento.

Las sociedades firman su muerte al nacer

El modelo se asienta sobre las bases lógicas que indican que, una civilización no puede ser más antigua que la galaxia donde se busque vida inteligente; y que, desde el momento de la creación de un asentamiento de vida, su condena a muerte está escrita: una catástrofe o su colapso por motivos internos marcará su fin. Es decir, el rango de vida útil de ese asentamiento.

Con estos datos, el equipo realizó simulaciones que le llevaron a tres escenarios principales. Los dos primeros encajan con la paradoja de Fermi: si los planetas aptos para esa vida son abundantes y la supervivencia es fácil, la galaxia debería rebosar de vida. De lo contrario, sería muy complicado asentarse en lugares más lejanos e inhóspitos, por lo que las probabilidades de encontrar vida se reducirían. Pero hallaron la tercera vía: puede que las civilizaciones tengan facilidad para llegar a lejanas galaxias, incluso puede que también establezcan asentamientos.

«Nuestro modelo matemático ha incluido el movimiento estelar, por lo que la ‘avanzadilla’ del asentamiento se podría desplazar por toda la galaxia en poco tiempo», explica para ABC, Frank.

Es decir, el movimiento de las estrellas hace que el vecindario cósmico cambie bastante en «poco tiempo», en términos espaciales, por lo que es relativamente fácil viajar a través de las galaxias.

La Tierra ya no tiene vestigios de vida extraterrestre

El terreno habitado acaba sufriendo erosión, fracturas, catástrofes, conflictos…, su propio apocalipsis. Después pueden pasar millones de años deshabitado y, quizá, puede que alguna otra civilización se fije en el mismo lugar.

«Introducimos en el modelo matemático, los parámetros de lo que podría ser un asentamiento estable y propició soluciones donde existen bases de civilizaciones, pero no están en todas partes. Esto rompe la lógica de la paradoja de Fermi. Este modelo concluyó que hay condiciones en las que la galaxia puede tener muchos alienígenas, pero vivimos en una de las muchas regiones que no tienen asentamientos. Puedes acabar teniendo algo parecido a una red de asentamientos en toda una galaxia, pero en un momento dado, podría no estarlo», continúa Frank.

Entonces, ¿podría haber sido la Vía Láctea el hogar de otras civilizaciones? ¿Es posible que la Tierra tuviera otros habitantes inteligentes, antes que nosotros? El modelo señala que sí. ¿Y por qué no hemos descubierto ningún rastro? Según los autores, puede que haya pasado tanto tiempo, que ya no quede signo de este asentamiento. «Si la Tierra tuviera un asentamiento, éste podría haber sido hace miles de millones de años, de modo que hoy no existiera evidencia de ello. Nadie lo había hecho antes tampoco en un detallado modelo matemático», señala el investigador.

¿Cómo podríamos reconocerlos?

«Si una civilización industrial hubiera existido sobre la Tierra hace muchos millones de años, ¿qué restos habría dejado? ¿Serían detectables hoy en día?», escriben los autores en el artículo. Para responder a esas preguntas, repasan cuál es la huella geológica más probable del Antropoceno, la era marcada por la actividad industrial humana, y en base a eso, proponen cómo serían las marcas que permitirían distinguir en el registro geológico, entre un evento natural o uno industrial ocurrido hace millones de años. Se trata de discernir hasta qué punto, una civilización remota podría haber pasado desapercibida o podría ser encontrada en el registro fósil en la actualidad. ¿Podría ser que las civilizaciones avanzadas se fueran sucediendo cada cierto tiempo en los planetas?

«Pero la pregunta de qué aspecto tendría una civilización que hubiera existido es importante. ¿Cómo sabemos que no ha habido una? La motivación de la ciencia es hacerse una pregunta y ver adónde te lleva. Esta es la esencia que hace a la ciencia algo tan interesante», explicó en Livescience.com, Adam Frank.

El Universo parece rondar una edad de 13.800 millones de años. Los seres vivos complejos aparecieron sobre tierra firme hace unos 400 millones de años. En una mínima fracción de ese tiempo, como mucho 300 años, el hombre creó una civilización industrial.  ¿Es posible que en la Tierra hubiera aparecido otra civilización avanzada antes? ¿El registro fósil puede descartarlo?

Fósiles y restos de ciudades

Los biólogos han construido una historia de la vida, no demasiado compatible con la existencia de otras criaturas, capaces de desarrollar una civilización avanzada y quizás poblar todo el planeta. Sin embargo, la fracción de seres vivos que queda fosilizada es extremadamente pequeña: por ejemplo, entre todos los dinosaurios que vivieron, solo se han descubierto unos pocos miles de fósiles completos, la mayoría de criaturas bastante grandes, por cada cien mil años. Teniendo en cuenta esta tasa de descubrimiento, consideran que las especies de vida corta, como el Homo sapiens, con 300.000 años, podrían estar ausentes del registro fósil.

Aún sería más interesante plantearse, si no deberíamos haber encontrado huellas de grandes urbes o vehículos. Según argumentan Frank y Schmidt, es improbable que este tipo de huellas sobrevivan en la superficie durante más de cuatro millones de años. Además, resulta improbable descubrir lo que sí haya sobrevivido. En la actualidad, las ciudades solo ocupan menos del uno por ciento de la superficie de la Tierra, y sabemos que las áreas de tierra firme que sobrevivieron al Cuaternario, el período que vivimos desde hace unos 2,6 millones de años, son de una magnitud muy inferior a las que tenían originalmente. Así pues, si hubiera restos, ¿sería probable que los detectásemos?

Por último, recuerdan que la probabilidad de encontrar objetos de la propia civilización humana (¿),  son muy bajos. Y ponen como ejemplo la máquina de Antikythera, un «ordenador» de la Antigua Grecia que fue descubierto en 1900, que data del siglo II ó III  y cuyo nivel tecnológico no se alcanzó supuestamente, hasta el siglo XIV.

Las huellas físico-químicas

En lugar de todo esto, proponen buscar huellas físico-químicas, de civilizaciones industriales que podrían haber existido entre los 4 y los 400 millones de años. Los propios autores reconocen que esto excluye a sociedades organizadas y complejas, que quizás no desarrollaron industria y a otras potenciales formas de vida: Quieren buscar en el pasado, huellas similares a las que la actividad humana está dejando en el presente. Sin embargo, esto introduce el sesgo de asumir que, las otras posibles civilizaciones siguieron el mismo recorrido industrial que nosotros, y que, además, no fueron capaces de evitar la contaminación o de recurrir a las energías renovables (como está ocurriendo con nosotros).

Isótopos y contaminantes

Una posible huella dejada por civilizaciones anteriores, podrían ser los isótopos de carbono producidos por las industrias. Por ejemplo, la quema de petróleo y carbón, ha hecho que a los sedimentos lleguen enormes cantidades de un isótopo concreto de carbono, que es el usado por las plantas, fuente de ambos combustibles. Junto a estos, ciertos isótopos de hidrógeno y oxígeno, también podrían cambiar sus niveles, si la supuesta civilización anterior fuera como la nuestra y calentase el clima con su actividad industrial. Los fertilizantes, por ser ricos en nitrógeno, son también una posible huella presente en el registro geológico, según los autores. También podrían encontrarse productos químicos artificiales y contaminantes durante largos períodos de tiempo. Algunos isótopos radiactivos de vida muy larga, como el plutonio 244 o el curio 247, podrían ser indicativos de una pasada guerra nuclear. Pero, por encima de todas estas huellas, está la del plástico. Los autores ven probable que sean una huella persistente a largo plazo, aunque reconocen que no está claro en qué tipo lugares debería buscarse, ni en qué condiciones este material se conservaría durante el tiempo suficiente.

Eventos Geológicos

Por último, hacen un recorrido por varios eventos geológicos del pasado, que introdujeron cambios abruptos en el registro geológico y en el fósil. Muchos coinciden con eventos cataclísmicos, como erupciones volcánicas o el impacto de asteroides, pero en otros casos, no está tan claro el detonante de dichos cambios. Los autores  sugieren que su trabajo, puede ser una fuente de inspiración para hacer más investigaciones y para llevarlas a cabo, desde otra perspectiva.

Aunque dudan que existiera una civilización industrial terrestre antes de la nuestra, creen que analizar estas cuestiones, desde un punto de vista científico, es muy interesante para la búsqueda de vida fuera de la Tierra y para estudiar el alcance del Antropoceno, la era geológica aparentemente provocada por la actividad industrial. Quizás, en el plazo de unos pocos millones de años, lo único que quede de la actual civilización sea un puñado de desequilibrios físico-químicos, en el registro geológico.

Teoría con polémica

Se trata de una teoría controvertida, que ya ha tenido críticas por parte de algunos científicos, ya que delimita demasiado los escenarios posibles. «Es un modelo encantador, pero los autores se limitan a un rincón bastante estrecho de probabilidades», afirma Anders Sandberg, investigador del Instituto del Futuro de la Humanidad en Oxford, Inglaterra, quien sugiere para PopScience, que la vida puede ser extremadamente rara. En la misma línea se coloca la astrónoma Jill Tarter, ex-directora del SETI, que elogió la capacidad del equipo, pero cuestionó hasta dónde pueden llegar los análisis teóricos y la falta de datos concretos.

Los autores están de acuerdo con que la teoría no puede reemplazar la observación práctica del Universo, que recientemente, se ha ampliado a rastros de tecnología de sociedades inteligentes, pero recalcan que este estudio,  puede insuflar esperanza en la búsqueda de otras civilizaciones.

Estamos solos en el Universo

Anders Sandberg, Eric Drexler y Toby Ord, investigadores de la Universidad de Oxford, publicaron el pasado año, también en arxiv.org, un demoledor artículo en el que reinterpretan con rigor matemá

tico, dos de los pilares de la astrobiología: la Paradoja de Fermi y la Ecuación de Drake. Y sus conclusiones son que, por mucho que las busquemos, jamás encontraremos otras civilizaciones inteligentes. ¿Por qué? Porque, sencillamente, no existen.

La mayor parte de los astrofísicos y cosmólogos de la actualidad, están convencidos de que «ahí arriba», en alguna parte, deben existir formas de vida inteligente.

Es la conclusión lógica, de pensar en la enormidad de Universo:

hubo alguien aquí-2

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Miles de millones de galaxias, con cientos de miles de millones de estrellas cada una y billones de planetas orbitando alrededor de esas estrellas. Pero, según los tres investigadores de Oxford, los cálculos hechos hasta ahora, sobre la probabilidad de que exista vida inteligente fuera de la Tierra, se basan en incertidumbres y suposiciones, lo que lleva a que sus resultados tengan márgenes de error de «múltiples órdenes de magnitud» y, por lo tanto, inaceptables.

 

Por eso, Sandberg, Drexer y Ord, han tratado de reducir al máximo ese enorme grado de incertidumbre, ciñéndose a los mecanismos químicos y genéticos plausibles. Y el resultado, afirman, es que «hay una probabilidad sustancial de que estemos completamente solos«.

Paradoja de Fermi y ecuación de Drake

Según la paradoja de Fermi, formulada en 1950 por el físico italiano Enrico Fermi, solo en nuestra galaxia hay tantas estrellas que, teniendo en cuenta la edad del Universo, incluso la más pequeña probabilidad de que surja vida inteligente, significaría que la Vía Láctea debería estar repleta de tales civilizaciones, y que por lo menos algunas de ellas, deberían haber sido ya detectadas por la Humanidad. Pero a pesar de todos los esfuerzos, no ha sido así. De ahí la paradoja.

En 1961, el astrónomo norteamericano Frank Drake, trató de encuadrar la paradoja de Fermi en un marco analítico y desarrolló la famosa ecuación que lleva su nombre, para estimar el número de civilizaciones inteligentes que podrían existir en nuestra Vía Láctea, independientemente del hecho de que no podamos verlas.

En su ecuación:

N=  R*. Fp .  Ne . Fl . Fi . Fc . L

   Donde «N» sería el número de civilizaciones con capacidad de comunicación, dentro de nuestra galaxia. Un número que Drake calculó, teniendo en cuenta factores como, el ritmo actual de formación de estrellas «adecuadas» (R), la fracción de estrellas que tienen planetas (Fp), el número de planetas dentro de la «zona habitable» de esas estrellas (Ne), el número de mundos, en los que ha surgido la vida (Fl), se ha desarrollado hasta la inteligencia (Fi) y ha sido capaz de fabricar tecnología de comunicaciones (Fc). Y L, es el tiempo medio, en años, durante el que una civilización inteligente puede sobrevivir.

Asignando valores a cada parámetro, Drake llegó a la conclusión de que, sólo en la Vía Láctea, debería haber un mínimo de diez civilizaciones detectables, cada año. Más tarde, y por los nuevos conocimientos astronómicos, los valores asignados a cada factor, se fueron ajustando. Ahora, las soluciones a su ecuación contemplan resultados más modestos, con cifras de 0,0000000142162, posibles civilizaciones detectables al año. En su artículo, los tres investigadores británicos hacen suya la frase de la astrónoma Jill Tarter, directora del Instituto SETI hasta 2012, en la que se refiere a la ecuación de Drake como a «una maravillosa forma de organizar nuestra ignorancia».

Problemas

El problema con la ecuación, dicen los tres científicos, es que los valores asignados a la mayoría de los factores, representan las mejores conjeturas posibles, y que además dependen, de la actitud optimista o pesimista de la persona que las realiza. Entre las muchas soluciones obtenidas hasta ahora, Sandberg, Drexer y Ord, valoran especialmente, la conseguida recientemente por el cosmólogo Max Tegmark. Según este científico sueco, no existe razón alguna para que dos civilizaciones inteligentes, se encuentren a una distancia determinada. Por lo que: la Vía Láctea solo representa una minúscula porción del Universo observable; y éste sólo es una pequeña parte del Universo, más allá de lo que podemos ver; y  resulta poco probable, que surjan dos civilizaciones inteligentes en el mismo Universo observable. Por lo tanto, a todos los efectos, lo más probable es que estemos solos. ¿Dónde están, entonces todos los demás? Para los tres científicos de Oxford, «probablemente muy lejos, más allá del horizonte cosmológico, que será, para siempre, inalcanzable para nosotros…»

hubo alguien aquí-3

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Conclusión

Desde nuestra humilde opinión, preferimos pensar que Sí, que hay alguien ahí fuera…

Tal vez, en un futuro no muy lejano, podamos establecer contacto…

Y tú, ¿qué piensas? ¿Hubo alguien aquí?

 

 

 

 

Fuentes:

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Nacida en Francia por CAUsalidades del Destino y siendo sensitiva desde muy pequeña, tuve la suerte de encontrar a mi "familia espiritual" y compartir con ellos miles de momentos para guardar en la cajita de los dulces ensueños...

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