Pensando en el momento actual en que vivimos, creo que es exactamente así. Estamos viviendo entre dos mundos.
El primer mundo
Veo, un mundo que se está empobreciendo, cada vez más. Pasando calamidades, por no poder ejecutar un trabajo para ganar algo de dinero, más que nada, para poder garantizar la comida de su familia. Es de lo más básico. Y, ahora mismo, esto es lo que estoy viendo. Personas mayores, que se ven en la tesitura de seguir con sus trabajos y no poder parar, para descansar, después de toda una vida de lucha y sacrificios. Tienen que seguir, para poder sacar adelante a los más jóvenes.
El otro mundo
Y luego está “el otro mundo”. El que usurpa el trabajo del pobre. El que se lucra, de la carencia generalizada de los mayores, poniendo así en peligro sus bajas pensiones. Permitiendo que los jóvenes salgan a buscar un trabajo digno, fuera del país. Se enriquecen a costa de la pobreza y viven holgadamente, ante los ojos atónitos de los ciudadanos.
Parece que estamos hablando de reyes y plebeyos, en una época medieval. Pero es lo que estamos viviendo ahora. Estamos sufriendo la carencia de todas esas libertades, que nos han quitado, y disfrutan ellos a base de crucificar a los más desfavorecidos. Y, lo peor es, que no miran hacia abajo. No, su mirada está puesta hacia arriba y, desde ahí, solo viven la ambición, el poder y la riqueza. No sé lo que nos queda por ver o por vivir. Pero, de lo que estoy seguro, es que esto, en algún momento, romperá este paralelismo tan surrealista para que todos seamos iguales, tengamos los mismos derechos, sin generarnos miedo a vivir, a respirar y tener la libertad que teníamos antes.
Desde mi punto de vista y desde mi humilde opinión, estamos viviendo entre dos mundos.