La hipótesis de los antiguos astronautas, (hipótesis de los alienígenas ancestrales o hipótesis de paleocontacto), es una teoría, sin base científica o histórica, que nos dice que seres extraterrestres han visitado el planeta Tierra y que han sido responsables, del origen y desarrollo de las culturas humanas, las tecnologías y las religiones. O al menos, han ayudado en nuestra evolución… Y si fuese así y esta hipótesis fuera válida,  ¿qué pasaría? ¿Visitaron los extraterrestres la Tierra en el pasado?

Estas propuestas se han popularizado, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, por escritores tales como Erich von Däniken, Giorgio A. Tsoukalos, Robert Charroux, Peter Kolosimo, Zecharia Sitchin, Robert K. G. Temple y J. J. Benítez entre otros.

3.000 millones de posibilidades de vida

Todos los que amamos el Universo Star Trek, sabemos que la Primera Directiva de la Federación Unida de Planetas, impide que sus miembros interfieran en el desarrollo cultural de las civilizaciones alienígenas.

Logo Star Trek

Logo Star Trek

Aquellas que no tengan la tecnología para viajar más rápido que la luz y tienen contacto con civilizaciones de otros mundos más avanzados, son protegidas de ese conocimiento, hasta que lo alcanzan por sus propios medios. Una norma así habría mantenido a los humanos en la inopia y además, explicaría una paradoja que intrigó a Enrico Fermi, años después de ayudar a crear la bomba atómica:

¿Si hay una cantidad casi incontable de planetas y con ello, inmensas posibilidades de que surja una civilización en alguno de ellos, por qué no existe ninguna evidencia de que esto haya sucedido?

Debemos continuar explorando

Tres de cada cuatro estrellas podrían albergar vida en circunstancias extremas. Según las hipótesis, cerca de 3.000 millones de planetas podrían ser habitables en la Vía Láctea. Como civilización atrasada, al menos según los parámetros de Star Trek, los habitantes de la Tierra debemos continuar explorando, poco a poco, otros planetas en busca de señales que digan si estamos solos o no.

El pasado septiembre, se anunció el descubrimiento de un nuevo sistema solar: Dos planetas como el nuestro a 12,5 años luz, muy cerca en términos cósmicos. Estos dos nuevos mundos están a la distancia justa de su estrella, Teegarden  y los astrónomos, que utilizaron un telescopio del observatorio almeriense de Calar Alto (Almería) para realizar el hallazgo, calculan que la temperatura allí sería templada y podrían tener agua líquida en la superficie; una condición básica para la vida tal como la conocemos.

Difícil evolución

Pero la aparición de seres que se multiplican y evolucionan, desde bichitos microscópicos a animales visibles y a individuos creadores de máquinas para desplazarse entre sistemas estelares, no es tan sencilla. O Fermi no se habría enfrentado a su paradoja. Para empezar, las estrellas en las que se han descubierto, los sistemas planetarios en regiones habitables, tienen poco que ver con el sol. Todas son enanas rojas, las estrellas más abundantes del universo y el entorno en el que más exoplanetas se pueden encontrar. Por su pequeño tamaño y la poca energía que emiten, casi nunca pueden verse desde la Tierra sin telescopios. Para recibir suficiente calor de su estrella, deben orbitar muy cerca de ella. Y esto tiene sus consecuencias.

Probablemente, muchos de estos mundos cercanos y supuestamente habitables, como los dos de Teegarden, el sistema que rodea a Trappist-1 o Próxima b, enseñan siempre la misma cara a su estrella. Esto sucede cuando un objeto de menor tamaño, como la luna con la Tierra o Mercurio con el Sol, está demasiado cerca de otro cuerpo mayor. Eso hace que, en todos estos exoplanetas, sean esperables condiciones extremas. Una cara sería un desierto hirviente y la otra, un gigantesco bloque de hielo.

Las enanas rojas, la mejor posibilidad

Entre esos dos infiernos, una franja de pocos kilómetros de ancho en la que, la temperatura fuese adecuada y el hielo derretido procedente de la cara oculta del planeta, harían posible la vida. Pero incluso en ese reducto, las condiciones no serían ideales. Las grandes diferencias de temperatura, generarían unos vientos que barrerían con violencia la superficie de un mundo como Próxima-b, haciendo que, si tuviese vida en forma vegetal y animal, éstas deberían adaptarse para no salir volando contra el muro de hielo en un lado o lanzadas al desierto ardiente del otro.

Las enanas rojas, mucho menores que nuestro sol, no tienen masa suficiente para ser estables. Periódicamente, lanzan llamaradas de radiación que arrasarían las atmósferas de sus planetas y aniquilarían a los seres vivos de su superficie. Uno de estos cataclismos se observó en Próxima Centauri, la estrella que orbita Próxima b, en marzo de 2016. Según publicó un grupo de astrónomos españoles y de EEUU, la enana roja emitió un potente estallido de luz, que multiplicó su brillo por 70. Pese a que normalmente no se pueden ver con el ojo desnudo, durante algunos segundos, Próxima Centauri se pudo observar desde el hemisferio sur, sin ayuda tecnológica. La superficie de Próxima b debió ser un infierno.

¿Cuál es la zona habitable alrededor de una estrella?

Depende de la distancia y de la temperatura que el astro genera: Se supone que es en la región periférica, donde es más posible que se desarrolle algún tipo de vida.Los defensores de los planetas que orbitan enanas rojas, como lugares en los que buscar vida, tienen algunos argumentos a su favor: Tres de cada cuatro estrellas de la Vía Láctea son de ese tipo. Un buen campo magnético, como el que lleva millones de años evitando que la radiación solar abrase la vida en la Tierra, que podría resistir los embates de los estallidos de rayos X de las estrellas. Y además, como contaba el investigador en el Centro de Astrobiología en Madrid Alberto González Fairén, cuando se produjo el descubrimiento de Próxima b:

“Gran parte de esa furia se produce durante sus primeros millones de años de existencia, para quedar después como estrellas mucho menos activas”.

Las enanas rojas son más pequeñas y brillan menos, pero tienen una vida mucho más prolongada. Teegarden, por ejemplo, se formó hace unos 9.000 millones de años, el doble que nuestro sistema solar y le pueden quedar 10 billones de años de existencia. Mucho tiempo, para que el azar genere las circunstancias en las que pueda surgir la vida. El Sol, sin embargo, tiene solo 10.000 millones de años por delante y, a diferencia de las enanas rojas, incrementa progresivamente su temperatura. El calor hará imposible la vida en la Tierra, mucho antes del colapso de nuestra estrella.

La inmensidad del Cosmos

Mientras desarrollamos tecnologías para viajar a través del espacio en tiempos asumibles, la búsqueda de vida extraterrestre puede ser frustrante. Hace poco, el director científico de la Agencia Espacial Europea (ESA), Günther Hasinger, afirmó:

“Encontraremos señales de formas de vida fuera de la Tierra, en los próximos años”.

La vida en la Tierra apareció pocos cientos de millones de años después de la formación del planeta, pero la llegada de animales requirió 3.000 millones de años más…  Así que es menos probable que las posibles formas de vida, hayan tenido tiempo de evolucionar en alguno de los más de 4.000 planetas extrasolares, que ya se han identificado.

Nuevas tecnologías

En los próximos años, la construcción de super-telescopios terrestres y el lanzamiento de grandes telescopios espaciales como el James Webb, nos permitirán observar con más precisión la atmósfera de los nuevos mundos descubiertos. Allí, se buscarán señales de actividad biológica… Pero si se encuentran, lo más probable es que se trate de algas o bacterias, como las que modificaron la atmósfera y la hicieron habitable para nosotros, ya hace miles de millones de años. Pero la tecnología para confirmar los descubrimientos, tardará en llegar y, enviar una sonda a estudiar aquellos mundos, incluso los más cercanos, parece todavía ciencia ficción.

Algunos expertos en la tecnología piensan que en las próximas décadas, el progreso de la inteligencia artificial dará lugar a inteligencias autónomas, que actuarán sin necesidad de recibir órdenes y que podrán generar sus propios objetivos: Las máquinas podrían ponerse a nuestro servicio y crear una civilización idílica, en la que los robots hiciesen nuestro trabajo, curasen nuestras enfermedades e inventasen medios para obtener cantidades ilimitadas de energía para los humanos.

Pero esa no es la única opción

Una inteligencia artificial puede tener también objetivos ajenos a nuestro bienestar: Frente a los intereses propios de los seres vivos, como el alimento, la riqueza y el poder, las máquinas podrían tener otros objetivos aparentemente estúpidos, como transformar en brocas del ocho todos los átomos del universo, incluidos los que conforman nuestros cuerpos. O concluir que los humanos somos un virus para el entorno y aniquilarnos…

Nuestra ilusión por encontrar civilizaciones extraterrestres, con las que compartir vivencias y conocimiento, se puede topar con unos seres superinteligentes e inertes, dispuestos a conquistar el universo. Los planetas que orbitan Teegarden, llevan 5.000 millones de años más en el universo que nuestra Tierra. Las fases de la evolución, han podido sucederse en alguno de aquellos mundos y la vida inteligente ha podido ser sustituida por una inteligencia artificial…

Haciendo algo de Historia: ¿Extraterrestres en el pasado de la Tierra?

El 24 de junio de 1947, Kenneth Arnold declaró haber avistado nueve extrañas aeronaves en formación. Dieciséis días más tarde, en Roswell, ocurría el avistamiento extraterrestre más conocido de la Historia. Puede que la “Era de los platillos volantes” comenzara en 1947, pero el fenómeno ovni y la posible presencia alienígena, nos ha acompañado desde el inicio de los tiempos. Sin ir más lejos, en plena Guerra Civil Española, ocurrieron una serie de fenómenos, a los que todavía no se sabía cómo denominar.

Contactos extraterrestres en la antigüedad

Bajo la apariencia de ángeles o dioses, una inteligencia extraterrestre podría haber inspirado nuestras creencias y vigilado nuestro desarrollo, en la más remota antigüedad. Al menos, eso puede deducirse del análisis de ciertos textos y artefactos arqueológicos. Es fascinante constatar la persistencia de ciertos mitos, en regiones alejadas geográficamente, como si existiera una fuente común de la que hemo

Canon Real de Turín

Fotografía del Canon Real de Turín (Wikipedia)

s perdido el recuerdo, de la que no se habla en los libros de historia y que se hubiera extendido por lugares tan distantes como Europa, América, Oriente Medio, Indochina o Egipto.

Pero, ¿cómo? ¿Fantasías? Veamos algunos ejemplos:

Egipto nos ha regalado la más longeva y rica de las civilizaciones de la historia de la humanidad. Del 3100 a.C al 30 a.C, el país del Nilo conoció 30 dinastías y 170 faraones.    Es lo que dice la Historia Oficial. Tres mil años de portentosa historia que los egiptólogos han dividido en tres grandes imperios: Antiguo, Medio y Nuevo. Pero, ¿y antes?

Shemsu-Hor en Egipto

La respuesta se encuentra en el Museo de Turín (Italia) donde se conservan 160 fragmentos de un papiro conocido como Canon de Turín. Se trata de una lista apócrifa de reyes, descubierta en 1822 en la antigua Tebas. Aunque el célebre Champollion, considerado padre de la egiptología, reconoció su importancia de inmediato, los investigadores actuales relegan la lista a un simple mito. ¿Por qué? Porque el documento refiere que, en el principio de los tiempos, Egipto fue gobernado durante 11.000 años, por un grupo de seres mitad hombres, mitad otra cosa, a los que denomina Shemsu-Hor, los compañeros de Horus.  Unos jeroglíficos de la V Dinastía hallados en Sakkara, se refieren a ellos como “los brillantes” o “los resplandecientes”: Una denominación muy común en otras culturas, para referirse a dioses que bajaron de las estrellas e instruyeron a los humanos.

Algo más que mitos

Al sur de Argelia, se extiende el desierto del Tassili. En la década de los cincuenta, el naturalista francés Henri Lhote descubrió allí un santuario de arte rupestre. Más de 15.000 pinturas que muestran la                                                  evolución  de la fauna y las costumbres humanas, en el macizo de Tassili n’Ajjer, desde hace más de 8.000 años, hasta las primeras centurias de nuestra era.

Gran Dios Marciano

Gran Dios Marciano de Tassili (Pinterest)

En una zona conocida como Jabbaren, que en lengua tuareg significa “tierra de gigantes”, Lhote descubrió una pintura de seis metros de altura que bautizó como “el Gran Dios Marciano“. Vestía lo que parecía un traje hinchado, como el que emplean los astronautas en el espacio, dotado de escafandra y una sola abertura.  A principios del siglo XXI, el infatigable escritor y ufólogo Juan José Benítez, visitaría Jabbaren y otras zonas del Tassili n’Ajjer y comprobó que el naturalista francés se había quedado corto. Muy corto.

“Después de treinta años en la investigación del fenómeno OVNI no puedo, no debo, escudarme en rodeos, tapujos o paños calientes. Me gusta ser claro: ‘Aquello’ eran ‘astronautas’. Seres no humanos llegados del espacio y que, evidentemente, precisaban de escafandras para poder desenvolverse en nuestra atmósfera.”

En opinión del escritor navarro, Lhote no vio -o no supo ver- muchas otras pinturas que acompañaban al “Gran dios marciano” y que retrataban “anomalías”. Mientras los “cabezas redondas” aparecían con cuatro dedos, los seres humanos representados junto a ellos, poseían cinco.

¿Fue un error o plasmaban estas diferencias adrede?

Ovnis en textos históricos

Todas las religiones antiguas nos hablan de una suerte de dioses que vinieron del cielo, que habrían intervenido en la creación de los seres humanos y nos habrían acompañado a lo largo de la historia… las evidencias de su presencia residen en cada texto que los menciona, en cada religión que los adora, en cada piedra que erigimos en su honor y hasta en los restos de nuestros ancestros…

Si el ser humano llegó a vivir con una raza extraterrestre en el pasado, ¿existirán entonces evidencias de ello, repartidas por todo el globo?

Y fue esa incógnita la que Erich von Däniken, Peter Krassa, Peter Kolosimo y tantos otros utilizaron para defender en los 70, la posibilidad de que la humanidad fuera instruida por seres de otros planetas. La idea

Imágenes de la obra de Tito Livio

Imágenes de la obra de Tito Livio

cautivó a toda una generación hasta que el escepticismo hizo mella en la sociedad. ¿Todo era falso, entonces?

La propia NASA admite que hay casos sin explicación, en un informe poco conocido y de acceso público a través de internet que lleva por título Unidentified Flying Objects in Classical Antiquity. Su autor, el prestigioso astrónomo Richard B. Stothers, presenta una cuidada selección de informes sobre fenómenos aéreos extraños, procedentes de fuentes históricas fidedignas como, por ejemplo, los historiadores Tito Livio y Plutarco. Y la agencia espacial norteamericana considera que algunos de esos fenómenos, equivalían a los avistamientos de ovnis de hoy en día. Si el informe de Stothers está en lo cierto y los clipeis ardentes (escudos llameantes) referidos por Plinio en el 104 a.C., o la figura sobrehumana con la que se topó Julio César junto al río Rubicón, poseen la misma naturaleza que los reportados a partir de 1947, habría que retrotraer el inicio del fenómeno ovni unos cuantos siglos.

La NASA investiga en la India

A mediados de 2014, el departamento de arqueología del estado indio de Chhattisgarh decidió recurrir a la ayuda de la NASA y la agencia aeroespacial de La India,

Imágenes de Chhattisgarh

Imágenes prehistóricas de Chhattisgarh

para determinar la naturaleza de unas imágenes prehistóricas.

Muchos de estos petroglifos, de 10.000 años de antigüedad, representan figuras similares a los extraterrestres y ovnis de las películas de ciencia ficción actuales.

El arqueólogo JR Bhagat, se manifestó perplejo por las imágenes.

“Los hallazgos sugieren que los humanos prehistóricos podrían haber visto o imaginado a seres de otros planetas, algo que sigue despertando la curiosidad de la gente y de los investigadores”, comentó.

Pero tenemos más ejemplos en obras de arte antiguas, pinturas rupestres,  grabados hechos en piedra e incluso, en textos antiquísimos como el Mahabharata, o  en la Sagrada Biblia...

Nuevos estudios

Nuevas investigaciones sugieren que no sabemos si hay vida extraterrestre todavía, porque no vuelto de visita por la Tierra en millones de años. La vida extraterrestre podría estar esperando el momento oportuno para explorar la galaxia, incluso podrían utilizar el movimiento de los sistemas estelares, para facilitar sus excursiones espaciales.

Las estrellas, junto con los planetas que las rodean, orbitan por el centro de la Vía Láctea en caminos trazados y a diferentes velocidades. A veces se cruzan entre sí, según afirman los científicos. La Vía Láctea, nuestra galaxia, podría estar repleta de civilizaciones extraterrestres a pesar de que hasta ahora no hemos encontrado ninguna. Y no solo eso. Algunas de esas civilizaciones podrían haber visitado la Tierra hace millones de años y sus huellas, haber sido borradas por el tiempo.

Artículo del Astronomical Journal

Estas son algunas de las extraordinarias conclusiones de un artículo publicado el mes pasado en The Astronomical Journal por un equipo de investigadores de la NASA y las universidades                                  de Rochester, Pensilvania y Columbia.

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El planeta Tierra en la Vía Láctea (Caltech)

El estudio constituye una nueva forma de enfocar la Paradoja de Fermi, según la que el Universo es lo bastante viejo como para haber permitido el desarrollo de incontables civilizaciones, además de la nuestra. Para Jonathan Carroll-Nellenback, primer firmante del artículo y sus colegas, Fermi no tuvo en cuenta un factor de gran importancia: en el Universo todo se mueve.

Todo en la galaxia está en continuo movimiento. Y que de la misma forma en que los planetas orbitan alrededor de las estrellas, también las estrellas, con sus planetas a cuestas, orbitan

alrededor del centro galáctico. Nuestro Sistema Solar, por ejemplo, completa una órbita cada 230 millones de años. Y dado que las distancias, incluso dentro de nuestra propia galaxia, son enormes, los viajeros de otros planetas podrían estar aprovechando esos movimientos naturales, para explorar sólo los sistemas solares que “se les ponen a tiro”. O sea que, si surgieran civilizaciones en sistemas estelares muy apartados, como sucede con el nuestro, que se encuentra en una zona cerca del borde de la Vía Láctea, no sería una mala idea “acortar el viaje” y esperar hasta que sus trayectorias orbitales les acerquen lo suficiente a los nuevos mundos habitables, como para permitir el envío de naves y colonos.

La propagación

Después, una vez establecidos en el nuevo sistema, los extraterrestres podrían repetir la jugada y esperar, de nuevo, estar a una distancia óptima de viaje para dar un nuevo salto. Y así sucesivamente. En dicho escenario, las civilizaciones alienígenas no se lanzarían sin más a través de la galaxia, sino que esperarían el tiempo suficiente para que su estrella se acerque a otra que tuviera un planeta habitable.

“Si ese ´tiempo suficiente´ fuera de mil millones de años, entonces tendríamos una solución para la paradoja de Fermi. Si no se tiene en cuenta el movimiento de las estrellas, solo caben dos soluciones: O nadie abandona su planeta, o somos de hecho, la única civilización tecnológica de la galaxia”, señala Carroll Nellenback, principal autor del estudio.

Según el investigador, eso significaría que los mundos habitables son tan escasos que sería necesario esperar, de hecho, más tiempo del que dura una civilización, antes de que uno de ellos se ponga al alcance.

Las estrellas (y sus planetas), giran alrededor del centro galáctico a velocidades diferentes y siguiendo distintos caminos. Y mientras lo hacen, señala Carroll-Nellenback, ocasionalmente se cruzan, de forma que los extraterrestres podrían, sencillamente, estar esperando a que su destino se acerque lo suficiente como para poder abordarlo.

Numerosos modelos numéricos

En su trabajo, los científicos utilizaron modelos numéricos capaces de simular como sería la propagación de una civilización por toda la galaxia. Para ello, tuvieron en cuenta las posibilidades más variadas: la proximidad de una hipotética civilización, los nuevos sistemas estelares hasta el alcance y la velocidad de sus sondas. En ningún momento del estudio, se tuvieron en cuenta las intenciones o la política de expansión de esas hipotéticas culturas. Esa ha sido una auténtica “trampa”, en la que se han estancado otras soluciones a la paradoja de Fermi. En palabras de Carroll-Nellenback,

“tratamos de llegar a un modelo que involucra la menor cantidad posible de suposiciones de carácter sociológico”

Aun así,  todas sus predicciones se basan en las pautas de nuestro propio comportamiento. Incluso con esa limitación, Carroll-Nellenback y sus colegas descubrieron que la Vía Láctea podría estar, llena de sistemas solares colonizados por seres inteligentes. Incluso si se aplican las estimaciones más conservadoras. Si aún no han visitado la Tierra, opina el investigador, “es porque no estamos lo suficientemente cerca”. Aunque sí que habrían podido estarlo en el pasado.

¿Estuvieron aquí? ¿Pudieron haber visitado la Tierra en el pasado?

Según el artículo de The Astronomical Journal, uno de los principales argumentos en contra de la idea de que nuestro planeta pudo haber sido “visitado” en el pasado es que no existe ninguna evidencia. No se han encontrado restos o pruebas que dejen constancia de esa visita.

Nuestro planeta tiene 4.500 millones de años de antigüedad. Si una civilización aterrizó aquí, en algún momento lejano, las huellas de su estancia podrían haberse borrado con el tiempo. Incluso es posible que los extraterrestres hayan pasado cerca de nuestro mundo cuando los humanos ya existían en él; pero que decidieran no visitarnos al considerarnos poco interesantes, o demasiado belicosos, o muy poco avanzados…

El efecto Aurora

Pensar que “expansión” y “conquista” van siempre de la mano es una tendencia muy humana, y proyectarla a otras civilizaciones sería pecar de ingenuidad. El estudio llama a esta posibilidad “el efecto Aurora“, en honor a la novela de igual título de Kim Stanley Robinson, donde una nave preparada para contener a varias generaciones de tripulantes viaja fuera del sistema solar por primera vez en la historia de la humanidad. Su destino es un planeta en el sistema Tau Ceti, a doce años luz, llamado Aurora en honor de la diosa romana del amanecer.

En otras palabras, las civilizaciones alienígenas solo se asentarían, en una fracción de los mundos habitables que encuentran.

Y aun así el número de planetas colonizados podría ser enorme. Por lo tanto, los autores del estudio no creen que debamos desanimarnos ante el aparente silencio que nos rodea. En palabras de Carroll-Nellenback:

“ese silencio no implica que estemos solos. Simplemente significa que los planetas habitables son, probablemente, muy raros y difíciles de alcanzar”.

Y como este tema nos apasiona y estaríamos escribiendo toda la noche, tendremos que esperar al próximo capítulo para seguir leyendo…

Y tú, ¿qué crees? ¿Extraterrestres en el pasado de la Tierra?

 

Fuentes:

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Nacida en Francia por CAUsalidades del Destino y siendo sensitiva desde muy pequeña, tuve la suerte de encontrar a mi "familia espiritual" y compartir con ellos miles de momentos para guardar en la cajita de los dulces ensueños...

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