Las personas buenas de verdad no son capaces de percibir su contrapunto ¿Por qué las personas de buen corazón no sospechan de la maldad ajena? Porque interpretan la realidad según su propio espejo.
Sucede que en la mayoría de ocasiones ser bondadoso es sin lugar a dudas una auténtica prueba de valentía. Sin duda, pecamos de inocentes ante acciones de personas que están disfrazadas de lo que nos parecerían buenas intenciones. La verdad de estos individuos es que debajo esconden sus verdaderos objetivos. Hay quien defiende mucho el dicho de “piensa mal y acertarás”. Lo que podría estar ocurriendo es que las personas con buen corazón filtran su realidad en lo que reconocen, por eso todos somos espejos de todos. Si uno se caracteriza como bondadoso, la bondad la vas a ver en cada apersona, gesto, detalle e incluso en la vida animal. Sin embargo, si uno encierra en su interior y se caracteriza con la maldad, falta de amor y entre otras muchas carencias, lo que este individuo percibirá en su realidad es su propio reflejo.
«Todos los ladrones creen que los demás son de su propia condición»
El egoísmo que se disfraza
En estos casos el interés propio es el motivo principal de estos comportamientos, pero con ello no se crean lazos ni vínculos reales. Estas personas se cierran al campo emocional, muchas veces por el mismo miedo de sufrir porque igual en su día desterraron la bondad que tenían. Suele ser un caparazón lleno de desconfianza y temor.
Existe un proyecto liderado por varios psicólogos desde 1996 que se llama “The Good Project”. Consiste en polinizar la buena ética y el buen trabajo que permitan transmitir estos valores a generaciones posteriores que persigan el crecimiento horizontal y de la sociedad. Hablan de la diferencia de éxito individual y la excelencia personal. El éxito individual tiene un límite que solo se refleja en logros objetivos, mientras que la excelencia se suma al campo emocional y el reconocimiento más humanista en la consecución de unos objetivos. Éstos están dirigidos a un bien colectivo que aporte sentido vital.
Los intereses
Siempre esperamos que por ejemplo los favores nos sean devueltos bajo la propia voluntad y libertad de la otra persona, un problema de expectativas sin duda, pero no nos consta ahondar en ello por ahora en este artículo. Pero si cabe destaca la falsa expectativa de creer que la persona no tiene otros motivos ocultos bajo una acción altruista. Unos intereses propios, un objetivo cuyo fin es beneficiarse individualmente. En ocasiones la propia persona se autoengaña, creyendo que bajo sus acciones altruistas es buena, y no quiere ahondar en los verdaderos motivos ocultos en su ser. Puede ser hasta el reconocimiento externo, limpiar su consciencia de otras acciones que no califica tan buenas y demás.
Hay estudios de la Universidad de Massachusetts que llegan a la conclusión de que la probabilidad de mentir es mayor cuando debajo de la mesa se encuentra un objetivo individualista que se quiere lograr. Hablamos de omisiones, exageraciones y hasta falsedades emocionales que intentan manipular a las personas. Podríamos hablar también de mentiras piadosas que se justifican con frases como “es por tu bien” “es para que no sufras…” pero realmente lo que queremos es simplemente evitarnos problemas u otras formas de control.
Entonces aquí se presentan los bondadosos que sufren, en carne viva, los teje-manejes de los controladores y mentirosos. Es por ello que, las personas bondadosas, sufren aún más en este sentido. Pero, también al estar expuesto al hecho, sin ninguna armadura, reciben a cambio una enseñanza de vida que les marca.
Algunos se van al otro bando y se vuelven déspotas, como protección, creyendo que esa fue la enseñanza. Y, ahí podríamos explicar, el porque hay tanta gente “mala”. En realidad, no la hay tanto. Todos tenemos nuestra historia, que justifica determinados hechos. Hasta las acciones más crueles, obedecen a una serie de creencias fundamentadas por el propio individuo, que pueden justificar cada acción atroz. Hace meses, te hablé de los asesinos y de la opinión de una prestigiosa psicóloga que proponía sumergirnos en la mente de los criminales empatizando con el mismo mal.
Las personas de buen corazón no sospechan de la maldad ajena
Algunos pensaréis, leyendo estas líneas, que este es otro espejo del autor de este artículo, buscándole el lado bueno de las cosas. Así que, querido lector/a, se valiente y vive a pecho descubierto las experiencias de la vida. En sus «metadatos», lleva consigo los verdaderos aprendizajes. Estas razones, son las que hacen pensar, que las personas de buen corazón no sospechan de la maldad ajena.